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¿La derecha que viene?

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    Noticias GuerreroHoy
  • hace 3 horas
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Autor: Armando Ríos Piter

22 de diciembre de 2025 - Las autoridades mexicanas han apostado por servir de intermediadores entre el gobierno de Maduro y el de Estados Unidos, encabezado por Donald Trump. En días pasados, Claudia Sheinbaum propuso a la ONU, mediar frente al creciente conflicto en Venezuela y alertó del peligro de una posible intervención militar. Incluso, la mandataria mexicana ofreció que México participe como un espacio para la negociación entre ambas partes. La posición de la presidenta, fue velar por una solución pacífica, tras la órden del presidente estadounidense de imponer un bloqueo "total y completo de todos los buques petroleros sancionados que entren o salgan de Venezuela”, país al que acusó nuevamente de promover "terrorismo, narcotráfico y trata de personas",

 

En un entorno en el que la propia relación de México con Estados Unidos, necesita evitar desgastes y fricciones -principalmente frente a la revisión del T-MEC- habría que preguntarse, ¿qué es lo que mueve a Sheinbaum a asumir esta delicada posición? Frente a la decisión de remover a Nicolás Maduro, que parecería ya fue tomada en Washington, ¿qué gana México con estas declaraciones? ¿quién se beneficia de esta encrucijada diplomática? Es un riesgo innecesario. Pensaría que esta posición implica un apoyo más superficial que efectivo, una solidaridad “mas declarativa” que real. De otra forma, sería tanto como jugar con fuego.

 

Todo indica que la decisión de deponer al caraqueño -por la fuerza o mejor aún, de forma pacífica- está tomada. Es solo cuestión de tiempo. En mi opinión, no se trata solo de la adversarialidad contra un líder en particular, sino de una muestra contundente de la reingeniería territorial, que en términos geopolíticos abarca todo el continente, con la mira puesta principalmente contra los gobiernos de izquierda.

 

La utilización de los términos “terrorismo, narcotráfico y tráfico de personas” no resultan casuales; tampoco el hecho de que el fentanilo haya sido calificado, en una orden presidencial, como “un arma de destrucción masiva”. Desde 1983 se han publicado investigaciones, sobre el supuesto involucramiento de gobiernos de “izquierda” con el narcotráfico. Estas hipótesis han implicado en su momento a gobiernos en Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Colombia, Venezuela y recientemente al propio México. Esta narrativa, de la mano del origen chino de los precursores con los que se produce dicha droga, configuran una densa amalgama que involucra amplios segmentos de la política latinoamericana a los más altos niveles.

 

Se dice que en política nada es casualidad. Los señalamientos cada vez más puntuales a políticos, grupos y partidos de ese espectro ideológico, involucrados en actividades delictivas, ocurren de la mano de triunfos electorales como los recientes resultados en Argentina, favorables al partido de Javier Milei en el Congreso, el importante crecimiento y aún probable triunfo del derechista Asfura en Honduras y la contundente victoria del pinochetista José Antonio Kast en Chile, se suman a los perfiles que gobiernanen Perú, Ecuador, El Salvador o Paraguay. La derecha avanza.

 

Sirva entender este contexto, pues en él se circunscribe la asistencia de Ricardo Salinas Pliego a la recepción navideña en la Casa Blanca. El empresario mexicano, quien ha tenido importantes diferencias con el gobierno morenista e incluso ha dejado ver que podría competir como candidato a la Presidencia de la República, publicó en su cuenta de “X” que asistió a una cena con Donald Trump. ¿Será que el líder de Grupo Salinas recibe la bendición desde Washington para aglutinar un polo en las antípodas ideológicas al actual grupo gobernante? Habrá que estar atentos. Sinembargo, cabe preguntarse si, ¿es realmente posible que en México pronto se mueva el péndulo hacia la derecha? No sería descabellado, principalmente por el equilibrio inestable que prevalece, debido a las veladas confrontaciones del “Segundo Piso de la 4T”, con el grupo del ex presidente tabasqueño.

 

México, al igual que latinoamérica, requiere una renovación de su regímen político, donde la consciencia social, pero sobre todo, la libertad como valor fundamental, cobren nuevos y creativos bríos. Ese es el gran pendiente hoy.

 

Por encima de la coyuntura, la gran pregunta es: ¿Cómo lograr que estos cambios signifiquen transformaciones reales para la gente? La evidencia es que es dificil distinguir entre derecha e izquierda. Por ello, por encima de ideologías, ha que respondernos, ¿cómo evitar el “gatopardismo” en el que las élites y los grupos dominantes, simplemente se acomodan para seguir en el poder? Tambien sería bueno que Claudia Sheinbaum -en unidad- convocara a una reflexión al respecto.

 

 

 

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